Medicación del TDAH
Probablemente, tú que me estás leyendo, seas el padre o la madre de un niño al que le han diagnosticado TDAH
Cuando te han dicho la causa del trastorno que presenta tu hijo, habrás sentido por una parte un sentimiento de alivio: “Por fin, entiendes la causa de todo por lo que has pasado, trastornos para aprender, dificultades de manejo, de conducta y socialización.
Tú sabías que el niño era inteligente, también que no era un problema de falta de educación y de normas, sin embargo, seguro que en algún momento, alguien te lo habría sugerido:” Este niño es un maleducado”, “no tiene cabeza para los estudios”, “es vago”. Sin embargo, veías que había algo más y, al fin, alguien os dice qué es ese algo más.
Tras el diagnóstico del TDAH
El médico especialista en TDAH te habrá dicho que es muy importante el apoyo psicológico tanto para el niño como para la familia, para entender bien el problema, aprender terapias de conducta que son unos “trucos” para manejarlo mejor y así, evitar situaciones de ansiedad y también para mejorar la autoestima del niño. La consulta con un psicólogo experto en estos niños, os puede ayudar mucho.
También te habrá dicho que es muy importante el apoyo pedagógico, hay que ponerse en contacto con el colegio, supervisar las tareas del niño, reforzar aquellas materias que le resulten más difíciles, hacer unos horarios de trabajo razonables y aceptables para el niño y la familia. Que la vida también existe más allá de los deberes del colegio.
Hasta aquí, todos de acuerdo. Además, seguramente muchas de las medidas anteriores, ya las estabais llevando a cabo. Y entonces, el médico os habla de medicación: “Sería conveniente que el niño reforzara su tratamiento psicológico con un tratamiento farmacológico”.
Ahí surge en la mayoría el miedo a la medicación para el TDAH, y se oyen todo tipo de cosas:
“Yo no quiero medicar a mi hijo”
“esa medicación es una droga”
“se va a enganchar y no lo va a poder dejar nunca”
“tiene muchas consecuencias negativas”
“le va a quitar el sueño o el apetito”
“le va a cambiar la personalidad”
Desde aquí, como pediatra que lleva muchos años tratando a niños con este problema, querría trasmitirte, a ti, padre o madre, un mensaje de tranquilidad.
Yo no quiero medicar a mi hijo
¿De dónde nace esa reticencia a la medicación? Cuando te recomiendo un antibiótico por una faringoamigdalitis o un inhalador para el asma, ¿por qué, entonces sí que quieres y accedes a tratar al niño? ¿Por qué unos fármacos sí y otros no?
Es cierto que por una parte hay un problema de aceptación en el público en general de los trastornos mentales en niños, ideas fijas preconcebidas por desconocimiento, “miedo” en la sociedad en general, a utilizar fármacos para el sistema nervioso en niños, “miedo” digamos irracional, porque no está sustentado por la posible presencia de efectos secundarios graves o frecuentes.
Hay una experiencia muy amplia del uso de estos medicamentos, desde hace muchos años y a nivel mundial, lo que avala la seguridad de su uso. Pocos fármacos, pueden mostrar una experiencia comparable.
Por supuesto, pueden presentarse efectos secundarios, no lo vamos a negar, todos los fármacos pueden presentarlos de una manera u otra, pero para minimizarlos y detectarlos precozmente, realizamos un control y seguimiento frecuente del niño, siendo excepcional el que presente un efecto adverso grave.
APANDAH
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